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Soy el humo de una vida mal apagada.

12 nov 2014

Ella

Esta es la historia de Ella. 
Ella sabía que un adiós, era algo definitivo. Que quien pronunciaba esta palabra, no podía volver a recuperar su historia, que todo lo que en ella sucedió quedaría atrás, olvidado, guardado en un cajón con llave para luego tirar la llave. 
Siempre intentó evitar las despedidas, por eso nunca creaba vínculos con nadie, sabía que si los creaba, tarde o temprano se romperían. Pero fue inevitable, ese vínculo, esa despedida. 
Nadie entendía el significado que para Ella tenía la palabra " adiós " toda la magia que poseía. Todo el mundo, en general,  piensa que el primer amor es lo que nunca se  olvida, pero realmente lo que nunca se olvida es la despedida, el último adiós, que cierra esa parte de tu vida. 
Hoy día decimos adiós con demasiada ligereza, pensamos que por el hecho de que las personas sigan existiendo tendremos  la oportunidad de volver a ellas siempre que nos plazca. Pienso que no le damos el verdadero valor que tienen algunas palabras tan significativas como está de la que hablamos en éste texto. Por supuesto, aquí no hablamos del adiós del final de una conversación, o de un encuentro. Hago referencia a un "adiós" más profundo, un " adiós " que no se despide realmente de nadie, habló del " adiós" que se transforma en una elección, un fin decisivo y definitivo. El punto y final de una historia de carne y hueso. De esas historias que sabes que lo único que queda por decir es "adiós" y entonces te das la vuelta, comienzas a andar, y sin mirar  a atrás, te rompes en mil silencios que inundarán tu alma durante un largo tiempo, tal y como le paso a Ella. 
Desde entonces, desde aquel adiós tan amargo, nunca jamás le volvió a doler tanto una despedida, para Ella los finales ya no le resultaban algo tan especial. No sentía ni padecía ninguna despedida, no conseguía crear vínculos importantes. No había nada que la hiciera sentir. Era como si ese  adiós, le hubiera robado el corazón de tal manera, que lo único que dejó en su lugar fue un hueco vacío cubierto de venas por donde se le derramaba la vida. No había nada especial. Solo esa incapacidad de sentir. Se acostumbró al hecho de que las personas van y vienen, dejando atrás su inclinación a pensar que hay personas que son para siempre.  
Para Ella nunca habrá un adiós como aquel.