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Soy el humo de una vida mal apagada.

10 ago 2014

Palabras de odio.

Llegó cargada de odio, con una tormenta de palabras altivas,  injuriosas y arrogantes que me hundió de nuevo en un agujero que creí haber cerrado hace ya un tiempo. Una tormenta de palabras que a distancia inyectaban  su veneno sin importarle nada.

Nunca entendí sus razones, porque jamás las mencionó, por eso nunca creí que las tuviera. Así que el tiempo y todas aquellas lágrimas de invierno oxidaron su interior, dejando solamente un pictórico rojo ocre formado por pigmentos de odio. Sin embargo, era imposible que semejante ira cupiera en ella, en su pequeño cuerpo, así que destilaba palabras flamantes recubiertas de la gasolina de su saliva. Imaginaos el estallido que provoco en un segundo.  Su cuerpo, se convirtió en un pequeño recipiente inerte incapaz de sentir aquello que una vez la mantuvo viva.

De incrédula fue creer que no llegaría a tocarme. Pues pensé que mis palabras se habían curando de aquel pasado que ya una vez fue calcinado y enterrado por el tiempo. Sin embargo, por un segundo volví a sentir que mis palabras ardían sin ningún control, dispuestas a combatir la tormenta de fuego con la que volviste para quemarme.

Me llenó de todo su odio en un instante cargándome de nuevo con ese peso y volviéndose a ir con toda sus palabras, sus razones y su oxidante vendaval.

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