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Soy el humo de una vida mal apagada.

27 sept 2014

Todos sueñan con París.

Algún día me veré caminando por las calles de París con un bolígrafo y una libreta en blanco. O tal vez me vea en una de esas cafetería bohemias que muestran en todas las películas. Y escribiré. Escribiré de todo aquello que pueda escribir, recordando a poetas que por allí pasaron o desearon pasar. Pues dicen, que todo poeta y buen escritor lleva en su alma el reflejo de una flecha que apunta al cielo, de la primera vocal del alfabeto, de una torre que guarda los sueños de aquellos que ya han muerto. Y que al contemplarla, hoy día,  aun se nutre de la vida y de los sueños que desprendemos. 

Una ciudad magnética, ciudad vigilia de muchos sueños, cuidad forjada a hierro y sangre, París... nos enseñó que la libertad existe, lucha tras lucha de multitud de almas intrépidas. Almas que gritaban, que soñaban, que amaban, que deseaban, que sentían, almas.. que nunca se conformaban. 

¿Qué mejor sitio para soñar que París? 

Ciudad donde los sueños más que posibles fueron, necesarios. 

Todos soñamos.
Por eso, todos soñamos con París algún día.   

Y esta noche me voy soñando,  imaginando que algún día mis versos, mis letras, puedan volar junto a ella. 
 Luchar por la liberación de mi alma, en un mundo hermético. Que se asfixia en su propio recuerdo. Muriendo en esencia. 

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